España antiguamente es mas conocido originariamente como “HISPANIA”, cuyo significado corresponde a “tierra de conejos”. En tiempos actuales, España es uno de los principales destinos paradisíacos para cazadores de ámbito internacional, especialmente para cazadores europeos por su proximidad. El 87% del territorio español es territorio cinegético, lo que suponen 43 millones de hectáreas y 32.000 cotos de caza.
La caza es la actividad más extendida en Castilla La Mancha, puesto que su practica ocupa el 90 % de su superficie de esta comunidad, incidiendo así directamente de forma muy positiva en la conservación de las especies silvestres y cinegéticas, así como sus hábitats.
El 20% del terreno cinegético nacional se encuentra en Castilla la Mancha, pues aquí existen los mejores biotopos para la caza menor y las mejores climatologías estables propicias para la reproducción de especies de caza menor y otras aves esteparias. La actividad cinegética supone un 0,3% del PIB en España a través de un gasto de 6,475 millones de euros que repercuten un retorno fiscal de 614 millones de euros, con más de 186.000 empleos, son datos tan contundentes que avalan la necesidad de poner en valor un sector, clave para el desarrollo rural de la mayoría de municipios rurales en España. Más allá de los datos económicos, es necesario valorar la aportación de la caza, como así queda reconocida en la Unión internacional de la Conservación de la Naturaleza o en la Unión Europea. La caza ha ejercido durante varias generaciones una labor de Conservación silenciosa, destacando así el control de las sobrepoblaciones y de las enfermedades,
cuidado, gestión y conservación del Medio Natural, en el mantenimiento de los Espacios Naturales Protegidos y, por supuesto, en la reducción de la siniestralidad de daños agrícola y en la minoración de los accidentes de trafico provocados por especies cinegéticas.
Hay que defender la actividad cinegética y su gestión sostenible como un elemento de conservación y como valor económico añadido en el entorno rural, ya que alrededor de esas jornadas cinegéticas de cualquiera de las modalidades que se practican, siempre se desarrolla una alta actividad económica en otros sectores que generan también riqueza y empleo en los pueblos y zonas rurales, contribuyendo de manera relevante al desarrollo turístico y de ocio en zonas a menudo amenazadas por el abandono y el despoblamiento. La caza ejerce un efecto muy positivo en el arraigo poblacional, muchos cazadores siguen ligados a sus municipios de origen gracias a poder ejercer esta actividad en su medio rural, frenando un éxodo rural cada vez más incipiente y contribuyendo a fijar población en las zonas más desfavorecidas.
La actividad cinegética no solo es ocio y deporte, y ni tan siquiera es tan solo una actividad con connotaciones culturales, sino que supone un complemento de la renta agraria tradicional, en numerosas ocasiones de forma muy destacada en amplias zonas rurales de una región eminentemente rural como es Castilla-La Mancha. Son numerosas y variadas las modalidades cinegéticas practicadas en esta tierra; actividades tales como la caza en mano de perdiz, conejo y liebre, ojeos tradicionales de perdiz roja, caza de migratorias al paso en puesto fijo de paloma torcaz, tórtola, zorzal, codorniz y pato, entre otras. El atractivo cinegético regional ha generado por tanto un manifiesto interés de cazadores españoles y extranjeros, que se sustancia en una repercusión socioeconómica que siempre se ha supuesto, con razón, importante, pero de la que se ha desconocido su magnitud real. La caza se ha convertido, así, en una actividad económica importante en Castilla-La Mancha, motor de desarrollo social y económico de muchas zonas rurales. La contribución del sector cinegético en el desarrollo regional ha sido tradicionalmente ignorado y reducido al aspecto económico y basada en estimaciones subjetivas. Es necesario conocer la riqueza que la actividad genera, su aportación y estudio en las distintas actividades económicas con objeto de adoptar las decisiones pertinentes en cuanto a su fomento y desarrollo, en el ánimo de conocer exactamente su influencia. Era, pues, necesario abordar esta carencia con la aplicación de metodologías constatables, objetivas, con datos concretos y reales que evalúen económicamente esta actividad. De acuerdo con la importancia de esta actividad en la región y la necesidad de conocer la realidad de la incidencia que esta supone en los ámbitos social, económico y cultural, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha ha encargado este estudio a la consultora-auditora Deloitte a través de la Fundación Artemisan. Estas páginas se han elaborado teniendo en cuenta tres aspectos principales: en primer lugar el económico, a través de la aportación directa e indirecta de la actividad cinegética, su contribución al P.I.B. , la generación de retornos fiscales y la generación de empleo; en segundo lugar el social, a través de su implicación de los aspectos culturales y de educación y sensibilización; y en tercer lugar el aspecto medioambiental, que recoja la contribución de la actividad cinegética a la conservación de hábitats y especies y de los recursos naturales en general. Ha sido por tanto un proyecto ambicioso que proporciona datos reales y contrastables, objetivos, que facilitará a los responsables de la aplicación de la política
cinegética la comprensión de su realidad en toda su extensión, y por tanto la adopción de medidas y acciones de vital importancia en el futuro del sector cinegético.
Aquí os dejamos el impresionante resultado de la evaluación del impacto económico y social de la caza en Castilla la Mancha en el año 2016, siendo un resultado muy interesante y sorprendente.